El Ultimo Sueño

miércoles, 12 de diciembre de 2007


Era un día nublado. El cielo estaba teñido de una inmensa variedad de grises, todos los colores de la ciudad habían perdido su brillo y parecían querer fundirse en esa gran masa gris. Era uno de esos días que suelen aplastar el alma de las personas, en los que todos los problemas parecen no tener solución, y la gente se deprime, se angustia, y solo esperan a que termine el día para poder seguir con su vida.

Lo despertó el ladrido de un perro. El animal le ladraba desde el otro lado de una reja, enfurecido (como si el muchacho lo hubiera pateado a través de la reja mientras dormía). Uno de esos perros que suelen asustar a la gente que camina, ajena a la realidad, en los días nublados. El muchacho miró al cielo, que seguía tan gris como en la mañana. Las nubes amenazaban con una tormenta que nunca llegaba, pero el no estaba deprimido. Estaba tan acostumbrado a la tristeza y la melancolía que casi era inmune a ellas. Siguió caminando, esta vez mirando a su alrededor para descubrir donde se encontraba. Una vez más había salido a caminar sin un destino, y sus piernas lo habían llevado a un lugar extraño mientras él soñaba despierto. Cuando llego a una esquina miro los nombres de las calles. Eran Alsina y Chacabuco, el cartel era verde. “mala señal” penso, “esto quiere decir que estoy en provincia”. dio media vuelta y regreso sobre sus pasos buscando alguna persona que le diga donde esta.

No era la primea vez que le pasaba. Ya eran incontables los días en que había salido solo a caminar. Le ayudaba a pensar, pero también lo hacia para escaparse de su vida. Caminaba distancias enormes pero nunca lograba salir de esa ciudad. Esa enorme masa urbana que se extendía por kilómetros y parecía no terminar nunca. La odiaba. Estaba cansado de caminar solo por sus calles sin nunca encontrar a nadie. Estaba llena de gente, pero todos parecían caminar con un rumbo determinado, y no podían desviarse de su camino por ninguna razón. De sus vidas ocupadas, llenas de obligaciones.

Llego a una plaza, cerca de una estación de trenes. El cielo gris ya era casi negro. Se sentó en un banco a mirar la gente pasar, como buscando a alguien. Alguien que caminara como si pudiera ver a su alrededor, como si no tuviera un destino, como si fuera libre. Estaba cansado, y hacia días que no comía. Luego de un rato se recostó en el banco, cerro sus ojos y se durmió. Esa noche soñó por primera vez. Soñó con un paisaje, una gran estepa nevada, en el horizonte se alzaba un bosque con árboles cubiertos de un manto blanco. En la frontera del bosque vio la figura de un gran perro blanco como la nieve que lo rodeaba. Solo los ojos (uno marrón, y el otro azul) resaltaban. El animal parecía viejo y cansado, tenia heridas en todo el cuerpo y hasta pudo ver unas manchas rojas en la nieve. Miro al cielo como tratando de escuchar algo, luego se recostó en la nieve, y ahí se quedo. Inmóvil.

A la mañana siguiente el muchacho no despertó. nunca mas lo hizo.